Volví a nacer cuando perdí el dolor de tus silencios,
cuando descubrí en el placer de tus miradas lo que
siempre enmarcaban mis sueños…

"En lo Hondo"
Gustavo GP

domingo, 25 de marzo de 2012

Desde la Trinchera (3)


Querida Ángela:
Espero que los niños y tú estéis bien.
Te escribo desde el hospital de campaña en Du Manoir. No, no te preocupes, no me pasa nada, estoy ayudando en tareas médicas. Ha sido un duro golpe el que nos han dado esta vez.
Nos tendieron una emboscada cuando íbamos a conquistar una montaña que creíamos importantemente estratégica, por lo bien situada. Está en la confluencia de dos ríos, en un desfiladero que llaman “Tourmount”.
Nos pillaron por sorpresa.
Los alemanes tienen un poderoso cañón que han inventado sus ingenieros, que, querida mía, muchos de los nuestros envidiarían.
A las siete de la mañana, se produjo una explosión de la que no nos fue posible encontrar la causa. Un poco más tarde se produjo otra,  que produjo ocho muertos y decenas de heridos. Encontramos trozos de metal, y pensamos que era una bomba de avión, pero nadie recordaba haber visto u oído ningún avión.

Las explosiones continuaron sucediéndose, se dio la alarma general y la gente a la que estábamos defendiendo corrió a refugiarse a los barracones que teníamos preparados. Cuando se produjo la octava explosión llegamos  a la conclusión de que los disparos procedían de un cañón,  que según los cálculos habían sido lanzados desde  la región de Crèpy, que se encontraba a más de ciento veinte kilómetros de donde nos encontrábamos nosotros.

Los proyectiles siguen cayendo.

¿Qué tipo de cañón estaba lanzando estos proyectiles? Aún no lo sabemos, pero quizá cuando lo descubramos sea ya demasiado tarde.

Los alemanes han fabricado un arma muy poderosa y nosotros, los aliados, no sabemos cómo aventajarlos. La guerra en las trincheras nos va bien, el cuerpo a cuerpo es nuestro, pero con esos cañones nos destrozan día a día.

Con éstas nuevas, te escribo, esperando volver a veros a ti y a nuestro hijos, cada día  que pasa, estoy más convencido que esta guerra no la va a ganar ninguna nación, sino que la va a perder toda la humanidad.
Un abrazo fortísimo a ti y a los niños…
Desde Tourmount

John Parker,  28 de Mayo de 1916.

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