Volví a nacer cuando perdí el dolor de tus silencios,
cuando descubrí en el placer de tus miradas lo que
siempre enmarcaban mis sueños…

"En lo Hondo"
Gustavo GP

sábado, 7 de julio de 2012

Solsticio Truncado

He estado cierto tiempo sin escribir nada, y parece que va a seguir siendo así durante un poco más. No se si las musas han pasao de mí o soy yo quien no las quiere buscar. Estos dos textos que voy a colgar son de mi sobrino y de su madre. A ver si os gustan...




Eran las cuatro de la tarde de la noche de San Juan. Los termómetros marcaban los treintaisiete grados, el sol brillaba y la brisa del Mediterráneo acariciaba mi tez. De pronto sonó, renqueante y a duras penas mi viejo teléfono suplente. Maltratado por el paso del tiempo, con la pantalla herida de lado a lado y olvidado en un cajón gracias a su flamante sustituto. Tal vez por despecho o por venganza tuvo que ser el quien se encargara de recibir esa llamada. 
Al otro lado, una voz temblorosa y entrecortada, llena de lágrimas fue la noticia más inesperada y dolorosa de mi vida. De pronto, el mar se paró, las olas no se atrevían a romper, el agua empezó a secarse y el sol se puso en mi rostro, estupefacto e inmovilizado por el pánico. Incliné mi cuerpo en la toalla, en el pecho algo se había convertido en un erizo al que le crecían todas sus púas hacia dentro y entendí a que huele el dolor, la desolación y la desesperanza. No huele sino a salitre, arena y crema solar. 
Mi estrella me abrazó, espantada por mi dolor dejando mis lacrimales correr, tal vez esperando a que se enfriasen como el agua del grifo en verano mientras intentaba encontrar la llave de paso. 
En silencio recogimos nuestras pertenencias y comenzamos el viaje dejando atrás unos cuantos cangrejos cerveceros inconscientes de no saber la noche que les espera, felices mientras se fraguan las primeras quemaduras solares. 
Arranqué solo, resoplando, intentando bajar las pulsaciones para que el nerviosismo no me jugara una mala pasada. Al lado, mi estrella preguntaba de cuando en cuando que tal me encontraba, con miedo a agobiarme, con una templanza inaudita atenta y a su vez dejándome respirar. 
El viaje comenzó como terminó, pausado, extremadamente pausado, consciente de su final se alargó más de la cuenta. Los ríos de asfalto parecían espesos y caudalosos y aunque la embarcación en la que navegamos estaba en óptimas condiciones, tampoco quería llegar a su destino.a su paso los árboles parecían ir más rápido que nosotros y las líneas parecían estar a kilómetros unas de otras. 
Estuve hallado, ausente y con la mirada perdida, los oídos distraídos por una música indiferente seleccionada con acierto y concentrado en las imperfecciones de ese rio. Mis silencios los rellenaba mi estrella, siempre a mi lado, hasta en mi más de las absolutas soledades sabía que decir. Sus esfuerzos por calmar mi dolor eran infinitos. Sin embargo eran pocos miligramos de analgesia para más de cien kilos de desánimo pleno. 
Comenzaba a atardecer y estábamos solos en el asfalto, se ven carteles de frutas y verduras que no tienen dueño, ni frutas ni verduras. Parece que hasta la carretera acompaña a mi soledad más íntima, más pura, mas llena de éxito en contra de muchas voluntades. 
En cierto momento me acordé de Dios, si existiera me ha arrebatado mi pasado, mi formación, mi educación, mi personalidad forjada al calor de compañía, cariño y sabiduría. No tenía derecho a tocarle. Fue una cobarde ese Dios todopoderoso, incapaz de dirigirme la palabra a mí, otro más de sus insignificantes mortales. Tal vez notó mi fuerza, mi rabia y mi desesperación y se asustó de sus actos. Puede que fuera esto o que no estuviera en ninguna parte. 
Al fin llegamos a nuestro conocido destino, encontré muchas caras como la mía: incrédula, paralizada con las cuencas de los ojos hinchadas y del color de las amapolas, las fosas nasales irritadas cubiertas de cuando en cuando por pañuelos de papel y no muy lejos unas gafas de sol. Una sobresalía del resto. Sentada, derrotada y presidiendo la sala sacó fuerzas de donde no las había para recibirme, levantarse y abrazarme presionando fuertemente nuestras heridas por siempre abiertas.la sala estaba llena de seres queridos pero pude sentir más claramente su alma quebrada que las del resto también hechas hiel. Volví a abrir la llave de paso mientras él descansa, orgulloso de haber sido, ser y será hasta el día que nos encontremos donde quiera que sea, nuestra brújula de la vida, nuestro ejemplo, nuestra alma

Aaron

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